La patología degenerativa en el hombro, codo y mano es un conjunto de afecciones que resultan del desgaste progresivo de las articulaciones, tendones y tejidos blandos en estas áreas, comúnmente asociado con el envejecimiento, lesiones repetitivas y el uso excesivo. Estas patologías pueden afectar significativamente la funcionalidad y la calidad de vida, limitando la capacidad para realizar actividades cotidianas.
En el hombro, la patología degenerativa más común es la artrosis glenohumeral, que ocurre cuando el cartílago que recubre la articulación entre la cabeza del húmero y la escápula se desgasta. Esto provoca dolor, rigidez y una disminución en el rango de movimiento. Otra afección frecuente es la tendinopatía del manguito rotador, donde los tendones que estabilizan y mueven el hombro se degeneran y pueden llegar a romperse, causando dolor y debilidad.
En el codo, la epicondilitis lateral o codo de tenista es una condición degenerativa que afecta los tendones que se unen a la parte externa del codo. Esta patología es el resultado de microtraumas repetitivos que conducen al desgaste y dolor en la zona. La artrosis del codo es menos común, pero puede ocurrir en personas que han tenido lesiones previas o en aquellas que realizan actividades repetitivas que implican flexión y extensión del codo.
En la mano, la artrosis de la articulación carpometacarpiana (CMC) del pulgar es particularmente prevalente, especialmente en mujeres mayores. Esta condición afecta la base del pulgar, haciendo que actividades simples como abrir un frasco o sostener un objeto sean dolorosas y difíciles. La artrosis de los dedos también es común, manifestándose con nódulos, dolor y rigidez en las articulaciones interfalángicas.
El tratamiento de estas patologías degenerativas incluye opciones conservadoras como fisioterapia, ejercicios de fortalecimiento, el uso de ortesis para aliviar la carga en las articulaciones afectadas, y medicamentos antiinflamatorios para controlar el dolor. En casos más severos, se pueden considerar inyecciones de corticoides o ácido hialurónico, y como último recurso, la cirugía para reparar o reemplazar las articulaciones dañadas.
Mantener un estilo de vida activo y saludable, junto con la detección temprana y el manejo adecuado de estas condiciones, es crucial para preservar la funcionalidad de las articulaciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes.